El fenómeno de la Gran Vía y el poder de lo que parece popular
- Belen Diaz
- 10 abr
- 2 Min. de lectura
En plena Gran Vía de Madrid, un joven se hizo pasar por un influencer. Sin millones de seguidores, sin campañas detrás, sin marcas patrocinadoras. Solo acompañado de un séquito de amigos que actuaban como asistentes, guardaespaldas y camarógrafos, generó una reacción en cadena que llevó a decenas de personas a detenerse, fotografiarse con él y compartir el momento en redes. Nadie preguntó quién era. Parecía alguien importante. Y eso bastó.

Este experimento social, más allá de la anécdota viral, nos muestra una de las tendencias más potentes del marketing contemporáneo: el poder de lo que parece popular.
Como agencia, no lo vemos como una crítica, sino como una invitación a observar. ¿Qué hizo posible este fenómeno? El entorno, el lenguaje visual, los códigos de lo “famoso” reproducidos con precisión y, sobre todo, un componente esencial: la validación social. Lo que otros ven, lo que otros comparten, lo que otros siguen… muchas veces marca nuestro propio comportamiento.
En marketing digital, esto tiene nombre: FOMO (fear of missing out). El miedo a quedar afuera, a no ser parte de lo que todos están viviendo. Y aunque solemos asociarlo a estrategias agresivas de venta, hoy lo vemos también como una herramienta de conexión emocional. Las marcas que logran generar este “momento Gran Vía” son aquellas que activan el deseo de estar, de pertenecer, de formar parte de algo más grande.
El caso del falso influencer es revelador: no se necesitó decir nada. Solo encarnar la imagen de lo deseado. ¿Podemos, como marcas, diseñar experiencias que provoquen esa misma atracción, sin dejar de lado la autenticidad?
Hoy, los experimentos sociales se consolidan como una de las formas más eficaces de narrar ideas en el entorno digital. No solo captan atención: generan conversación, despiertan emociones y nos interpelan como comunidad. No se trata de manipular, sino de abrir espacios donde las personas se vean reflejadas, cuestionen hábitos y redescubran su manera de interactuar con lo que consumen.
En 2025, las estrategias que mejor funcionan no son necesariamente las que más gritan, sino las que mejor entienden. Y para entender, a veces basta con observar cómo reacciona una calle entera ante una figura desconocida que simplemente actúa como si todos ya la conocieran.
Porque en un mundo saturado de estímulos, lo verdaderamente magnético no es lo que se impone, sino lo que se insinúa. Y las marcas que logren dominar ese arte no solo serán vistas, sino recordadas.
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